Déjame correr
con tus afectos,
guárdame entre
tu corazón
y la oquedad,
junto a esos
edificios levantados
alrededor de viajes
al desierto.
Libera los
lagos junto
a tus intensos
apóstrofes,
Deshata la
música de fieltro,
olvida los alhelíes
de grava
que se fueron
con los huracanes,
Pon el
tiempo sobre la pared
como retrato de
la vida
y la aridez de
la quietud.
Quédate aquí, entre
légamos
y páramos turbados,
mientras te
pienso
entre ósculos y
nueces.
Pinta tu
blanca expectativa
para aliviar mis
ojos,
suelta aquel
vestido de papel tinto
que cortaste
para nadar
sobre las
cavilaciones.
Abre la
ventana del camino,
déjame
transportarte en las mareas,
Acaricia el
olor del susurro.
El sabor de
gorjeo es fósforo
en tu compañía.
Así, de pronto,
en las tinieblas
Y entre la
pluma: codicia el ensueño.
Quédate aquí, entre légamos
y páramos turbados,
mientras te
pienso
entre ósculos y
nueces.