Antaño, en los jardines blancos de Balmain,
mis pies rozaban las hierbas,
mi cabello hacía ondas en el aire,
yo crecí entre árboles de sal,
yo crecí entre árboles de sal,
era la niña de rostro acaramelado
que contaba los cactus
del camino.
De niña vi luces celtas dibujando constelaciones y
manos de nativos australianos
Yo sonreía a los fantasmas que caminaban
por los puertos,
mujeres altas
con velos de carbón,
como diosas griegas me miraban, al unísono,
todas me decían:
Las mujeres tristes callan su efervescencia.
El amor es un ente que me visita en los sueños,
Yo, olvido un beso cuando pruebo una cereza
mientras escucho un
copo de nieve negra
cayendo en el asfalto.
Pienso en la exactitud de una sonrisa,
olvido las calles de la ciudad, nada se asemeja a las playas de mi niñez.
Mientras veo mi rostro en el espejo, me congelo en el
brillo
y en el esplendor de un refejo
contemplo a una mujer suave que no
reconozco.
La belleza es
invisible, me susurran.
Cuando llego a casa por la noche, me reciben con flores
flotantes,
una comparsa de aves me golpea la sien,
me quedo quieta en el sofá y los gatos que juegan bajo mis
pies
cruzan la pared.
Pretendo llegar a la semilla que alguna vez fui,
pero mis ojos se inclinan ante el reino de la gravedad.
Las mujeres tristes callan su efervescencia,
nada se asemeja a las playas de mi niñez.
Besos como cerezas y nieve de asfalto!!!! Es una verdadera dicha acercarse a esta "disolución celeste" en su efervescencia.
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