y pensé en ti,
pensé en ti, estando contigo,
tanta agua inundando el horizonte.
Vi el mar, vi el mar, vi el mar.
¿Quién era yo ante tanta inmensidad?
Las neblinas imponían su reino,
un huracán se contenía entre tus palabras,
y tu silencio se sumergía en mi tuétano
y vi escaleras que bajaban de tu cabello claro.
Había noches que caminaban y cenaban
al mediodía, junto a nosotros.
Vi el mar, vi el mar, vi el mar,
apretujado en una botella
y los peces escondidos en los almacenes
me hacían señas con sigilo;
yo no te delaté mis visiones
para que no descubrieras mi insania.
Vi el mar, vi el mar, vi el mar
y tú estabas vestida
con un aire de moras
con un afecto terrestre, inmensurable.
Vi el mar en tus manos y me quedé inmóvil
como un niño que sueña.
La insania que delata las visiones es el verdadero océano por descubrir.
ResponderEliminar¡Una hermosa poesía atemperada como un cuadro marino!