Como de costumbre, desde hace días, solo está presente tu aroma en la calle el polvo se levanta y toca el cabello hirsuto
que he dejado crecer como hombre descuidado,
y mis pasos son pesados.
Mis pasos son como
toneladas
que muevo con dolencia,
que muevo con dolencia,
me lo advierte el perro que me
mira desde una vereda
mira desde una vereda
su piel moteada, nieve y
carbón, me avisa que esos son los contrastes de la vida.
carbón, me avisa que esos son los contrastes de la vida.
El pequeño animal se acerca y huele mis manos, piensa
Que yo sé donde estás y me ladra holgado ,
toco el pelaje del manso perro y él se regocija
me transmite una bravura que
penetra hasta mis entrañas.
“Resiste” me susurra un viento, “resiste” me grita el silencio.
El manso animal se recuesta sobre el suelo alzando su mirada,
me contempla con sus ojos negrísimos,
como si supiera mi desesperación y en su leve reposo
siento que el tiempo me da las respuestas
que he buscado en la
indomable eternidad.
La eternidad de los perros es la respuesta a nuestras preguntas (resiste entre las pulgas).
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