Llego a ti cada día
con mi mente, con la intensión
más potente que la radiación
solar,
me envuelvo en un sueño
dentro de un sueño
raspando la corteza
de árboles exactos,
alcanzo tu aliento
entre una ciénaga de nieve.
Te veo en los cañaverales,
descalza, en los cañaverales
que alucino entre
verdes vibraciones.
Como un acuerdo tácito,
desde hace mucho,
mi pensamiento se inclina
sobre ti,
la lógica gris se destruye
con tu sonrisa.
Desde una palma
gigante o el interior de una restrepia
suspiro el brillo y
el resplandor de tus omóplatos,
y en cada célula de
tu cuerpo me sujeto.
Estás en cada segundo
sobre el mar del universo.
Junto mis ojos cada
noche
observo que vienes a
cubrirme de tactos y duermo
humorado de ti,
con delicada tensión,
abrigado quedo, levitando
contra la gravedad.
Nado en aguas délficas imperturbables, avanzo
nave frondosa, tú
eres esa nave que me conmueve,
aquí entre la realidad
de acero.
Llego a ti cada día
con mi mente, con la intensión
más potente que la
radiación solar.
Lima, 15 de octubre del 2014.
Debemos estar seguros de que una mujer pueda sostener el pensamiento que se inclina sobre su rostro...
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