Las mujeres jóvenes sonríen con lunas
sobre sus
mejillas
y esa luz
extensa amarillenta
deslumbra de
tino,
como el oro
de los antiguos imperios.
Las féminas
hablan de amor y de muerte,
se quedan
inmersas en largos retratos
y la noche
cálida las envuelve,
los jóvenes
que las miran
se quedan
inmóviles y sosegados.
Las muchachas
en Roma tienen el semblante
tranquilo y
noble,
sus músculos
nocturnos son
en esa bella
fuente:
faroles y
candelabros, y versos arrojados
sobre esos
relinches del agua,
mágica escena
de inmortalidad.
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