(A Marco Martos)
Emprendimos el
camino, el cielo caía y el río golpeaba,
maestro le dije: ¿es
normal el sufrimiento del hombre?
El sabio poeta detuvo
su paso y dijo:
Lo
más importante en la vida es el afecto.
Las puertas del vacío
se fueron abriendo:
una al infinito, otra
hacia el ocaso.
Los cardos de las
ventanas caían penetrando
más adentro que el
pecho.
No existe acero, ni
diamante más fuerte que la desolación.
En cada acto errado,
mírate,
Maestro le dije: ¿es
normal el sufrimiento de hombre?
Y el vate dejó de
contemplar el cielo y respondió:
todo pasa, aun las tormentas
sangrientas.
Yo me estaba muriendo,
di unos pasos atrás,
unas dagas me
sellaron las manos
y un soplo de hierro me repuso el aliento,
sentí los pulmones cargados.
Maestro le dije: ¿es
normal el sufrimiento del hombre?
Nada
es más importante que el afecto,
pronunciaba el poeta,
yo escuché sus letras deslizarse en el aire,
el sol deshizo las
nubes.
El paso lento es seguro,
es como un verso
exquisito que se deja
correr.
El sabio poeta lo afirmaba con su calma
y en cada marcha insistía:
Lo más importante en la vida es el
afecto.
Belém, Brasil. 06 de setiembre del 2014
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