martes, 23 de febrero de 2010

DESCRIPCIÓN DEL HORROR *


(Poblado de Putis, Ayacucho, 13 de mayo de 1984)

No, no hay cuerpos que son granos de nada pero sí angustias en niños masacrados que se despiden de sus dedos, también mujeres poseídas y pieles de toros negros que han regado el carbón de los socavones de la muerte.

Masacre, masacre para el vientre y las costillas,
ráfagas con miradas agraviadas que revientan los ojos cada segundo,
vilo y violencia, vilo y violencia en el grito de la oscuridad.

La descomposición moral ha instalado sus tenazas en el tiempo,
qué importa el lado criminal del ser humano cuando se retumba en los tímpanos el auxilio de los que sufren y agonizan, entonces una conclusión sale del aliento:
los hombres son bestias sanguinarias.

Las aves domésticas absurdamente huyen hacia las cumbres verdes y arias.
Entremezclados, como sacos de tierra o podredumbres, los cuerpos son arrojados a lo profundo de un abismo que no es la vía láctea,
de pronto una pregunta lejana y necesaria se rebela:
¿es éste el sentido de la vida?

La involución del alma violentada ha caído sobre Putis
como maldito irracional como congénito escupitajo.

Desgracia, desgracia impuesta a mansalva y los gritos, los gritos remecidos
no se dejan de inmolar.

Los ojos de la miseria violentada no reaccionan,
no reacciona ni con las cuchilladas.

Desde el cielo solo los cuervos se revuelcan en el pánico de la carnicería.
Masacre, masacre para el vientre y las costillas,
ráfagas con miradas agraviadas que revientan los ojos cada segundo,
vilo y violencia, vilo y violencia en el grito de la oscuridad.


*En 1984 efectivos del Ejército peruano instalaron una base militar en Putis para controlar a los miembros del grupo subversivo Sendero Luminoso, pero las verdaderas víctimas de la brutalidad fueron los campesinos.

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