domingo, 8 de junio de 2014

CARRERA 10


breve travesía en Bogotá *


Maestro dije: ¿es largo el camino?

Y el sonrió, siguió caminando como un joven  acróbata,

Yo le contaba sobre mis agudos insomnios,

Le decía que tal vez la palabra no importe,

Él caminaba escuchando las brisas andinas,

Yo solo buscaba respuestas, para detener mi pulso acelerado.

Hombres lentos,  máquinas apuradas y una tarde encendida.

Las cumbres verdosas miraban nuestro paso.

Asombrados por el aire distinto.

La gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia.

En medio del trayecto nos vimos perdidos,

entre contrucciones antiguas y edificios abiertos.

Ángeles oscuros, mujeres rojas, hombres caÍdos por la embriaguez,

y un adolescente que se acercó para atacar el aire que nos rodeaba.

Vi al sabio poeta enfrentrarlo con una espada ficticia,

un acto que solo lo cuentan los que han batido

a los violentos.

Toda creación empieza por la destrucción.

De pronto estábamos fuera de lo sórdido,
la figura litúrgica de Monserrate nos iluminó.

Una travesía inesperada para dos extranjeros que solo traían

Palabras en sus bolsillos.

A veces cuando se retrocede también se  avanza.

Maestro; dije

Está calmada la tarde: hay que escribir unos versos,

y él ya tenía unos yámbicos que fue deslizando con su pluma.

* poema originado después de una caminata de una tarde en la ciudad de Bogotá, junto al gran poeta Marco Martos.    

2 comentarios:

  1. poema escrito en la imponente ciudad de Bogotá

    ResponderEliminar
  2. Como te comentaba, podría pensarse en el maestro oriental con su discípulo al lado, el aprendiz, pero aquí yo casi te imagino como Dante con Virgilio.
    Me gusta mucho el poema, deja algo en el lector.

    ResponderEliminar