Moscú, 15 de Mayo de 2005.
El hombre que amo se va en un tren con mi amor desmoronado
y mis piernas parecen doblegarse como avestruces.
La dulzura de mis manos y mi piel delicada, que hace unos meses
dormían junto a él, no pueden evitar ese anochecer que me estrangula.
Mi cabello tiene hilachas de naranja, mis ojos transparentes
son misterios que se mueren delicadamente.
Solo quiero amar a un hombre tan alto como mi frente,
solo quiero ponerme de cuclillas frente al remusgo de un bosque.
No es difícil amar y correr con un cuchillo que flota en un lago,
Yo sueño que me persiguen hombres peligrosos
y me convierto en una salvaje, soy muy oscura cuando sueño.
Mi madre siempre hablaba de sol de los trópicos en el atardecer
cuando mi padre llegaba a casa, con su arma bajo la chaqueta.
Hablar en Londres sobre el sol parece un desvarío .
“Eres tan hermosa que nadie te pondrá espinas”, decía mi padre.
Y yo veo el devenir de los segundos con besos impalpables,
Londres es una ciudad fría y más fría son las calles de Moscú
donde las mujeres delgadas lucen como danzarinas.
A veces quisiera ser una muñeca rusa para que nadie me encuentre,
pero la vida no está hecha de puertas solamente.
Mis piernas pueden correr más rápido que las avestruces
y el hombre que amo se va en un tren con mi amor desmoronado.
Hay dulces que jamás comeré y mi piel delicada parece un espejo
donde crecen suspiros y liras.
Hace unos meses dormí junto al hombre más hermoso de la tierra,
lo amé tanto que ahora no me quedan ganas
de sentirme apretujada otra vez.
Aún no puedo evitar ese anochecer que me estrangula.
Me desespero, y una mujer enamorada no puede correr,
me convierto en una nube desquiciada.
“Je t'aime, amour”, grito silenciosamente
Y mi llanto es un río,
y mi clarísimo rostro parece una canción que termina de escucharse.
“Je t'aime, amour”, pronuncio tan fuerte que quiebro mi diafragma,
pero el amor es así, tan largo como inatajable
y sigo caminando aunque no sepa a donde voy.
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