En el desierto la bruma con fuego del sol
ha reflejado tu corazón,
arde la arena y te busco entre toda la tranquilidad.
Las palmeras se esfuerzan por tocar los cabellos de agua
que una niña ha soltado de sus manos,
En el desierto las sombras milenarias se tatúan
con cada movimiento,
una laguna en medio de la nada me dice
que aún queda aliento para caminar y
que ese suspiro que viene de ti, desde el trópico,
me alienta a llegar hacia los hombros tiernos
de lo invisible.
Aquí, el sol que incinera mis penas es el mismo sol
que abraza tu cuerpo.
En el desierto la
bruma con fuego del sol
ha reflejado tu corazón,
arde la arena y te busco entre toda la tranquilidad.
(Laguna de Huacachina, 3 de mayo del 2014)
La bruma deja lluvia en ese desierto de poema y la riqueza del agua (además de todo lo que ama el temperamento de una mujer) se precipita en una alarmante belleza.
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