sábado, 11 de octubre de 2014

WOODY ALLEN MIRA EN EL ESPACIO A GREGORY OLSEN



New york, 10 de octubre del 2010
Me miro al espejo, cada vez encuentro menos cabello
sobre mi cabeza,
acomodo mis gafas con potente lentitud y me digo:
el futuro  es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.
Leo el diario y veo el rostro sonriente de Gregory Olsen,
su sonrisa gigante, como de detonación atómica,
flotar como globo es extraordinario, son sus palabras,
la gravedad ha perdido su fuerza de fantasma.
El tiempo nunca se detendrá entre mis palabras.
¿Puede haber una sensación más fría que levitar en el espacio?
Greg  Olsen, escúchame,deja a un lado esa colosal sonrisa
que no todos podrán tocar las costillas de las estrellas.
Tú sabes que los farmacéuticos nunca nos dan las pastillas
correctas para la paranoia,
y contando mis dedos me he dado cuenta
que tengo gestos prominentes de primate
 y dejo caer mi columna como  fibra de goma.
Pestañeo, huelo, suspiro, doy vueltas de trompo,
siento el mareo de los ebrios,
pero la realidad vuelve con centellas y timbres.   
Los recibos de impuestos me llegan con puntualidad,
sin embargo las hojas de los árboles fallan unos días
en caer sobre el camino del otoño.
Desde Kazajstán llegan las fotografías de tu aterrizaje, Greg,
y con esa finta de cosmonauta presentas el aspecto
de los hombres misteriosos,
de aquellos que han vencido el peso del hipotálamo.
Flotar como globo es extraordinario, son sus palabras.
Decir palabras incoherentes también tiene beneficios,
las promesas eternas se desvanecen y
el aroma de los labios enamorados se diluye.
Me miro al espejo, cada vez encuentro menos cabello sobre mi cabeza,
acomodo mis gafas con potente lentitud y me digo:
el futuro  es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.     

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