sábado, 25 de abril de 2015

EL CIELO QUE SE DISUELVE

En tus palabras se disolvía el cielo
y el mundo se desmoronaba en risos telepáticos
y las promesas sempiternas tiznaban sus mechones.
Yo era un inaudito deambulando en la galaxia,
Merodeaba el aeropuerto para dormir en sus escaleras,
tiritaba en las madrugadas, dibujaba lunas,
enumeraba piedras, envolvía árboles, coleccionaba avenidas.
El cielo se disolvía con garúas de metal,
los días oníricos desaparecían como dígitos,
había  pantallas en el  piso y acuarelas en el aire,
tú eras transparente para el anochecer.
Sobre tu cabello mariposas rectangulares
se mezclaban como cremas de  almizcles,
yo estaba encantado con los segundos que estabas frente a mí,
Aún persisten, en algún lugar del universo,
esos peregrinajes azules que hacíamos para ver
como caían meteoritos en el ártico.
Se disolvía el cielo, sonaba un violín en armónicas oscilaciones,    
ángulos rectos sobre la quietud se erigían como gigantes,
letargos catárticos azotaban con látigos de seda,
plúmbeos elefantes samaqueaban el camino,
estrépitos de brumas  colisionaban a toda velocidad
y sílabas asonantes caían como lluvia mientras el sol
lograba desterrar toda la oscuridad.      

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