Yo quisiera ser el sueño que olvidas
el verde que lanzas en soledad,
que te escucha con el azul de la
distancia
y,
acaso, el anhelo del destello
que salta desde tus párpados.
Dibújame en el recuerdo que camina
en las lámparas de la palmada,
en el abrazo y el instante.
Qué sensibilidad tan inaudita hay en el
color
de tu mejilla de diluvio.
Deja que tu mente se extravíe en mis
palabras
concédeme la paranoia de un jardín,
permite que tu cabello se deslice
por tus fónicos sigilos
como onda que mueve aquel xilófono de nieve.
Imagíname aún fuera de la tierra,
mírame si puedes en un reflejo,
excarcela tu deslumbramiento para
que
nade sobre las asolaciones,
ante, ante la flagrancia y el suspiro.
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