De
todas las piedras que lancé al océano
solo
unas pocas han
tocado
el corazón de
lo profundo,
aun
así, he persistido sobre
el horizonte.
En
la memoria permanecen las vivencias
en
las que furias aciagas
enfriaron
mis
vertebras como glaciales.
He
podido resolver, con desgarro y auxilio,
las
paradojas que me lanzaban
las
circunstancias del futuro.
En
algún instante perdí el rumbo y me decía:
¿Cuál
es el camino a seguir?
¿Cuál es lo tántrico de la vida?
Pero
no dejé que la velocidad del sonido me
sobrepasara.
Hice
de los escasos diamantes que encontré
escudos
lustres y versátiles.
He
huido de los azares más violentos
y solo volví
a
enfrentarme a ellos para demolerlos.
La
vanidad ha sido una ola de sal,
el
orgullo fue como una manada de álcidos
que
vi disolverse entre
el aire cuando,
aún
herido, lo liberé.
He
dejado partir la soledad y recibido
su retorno.
De
todas las piedras que lancé al océano
solo unas pocas han
tocado
el corazón de lo profundo.
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